Esta aventura comenzó en febrero de 2021, con una llamada de mi amigo Alex Barbabuda (@alextinglao) a quien siempre estaré agradecida por tantas cosas, entre ellas animarme a descubrir lo que podía hacer en el campo de los títeres de sombras y darme la oportunidad real de andar este camino. Esta nueva aventura era aún un boceto cuando me contó la idea: había un cuento llamado “Sintigo, corazón de fuego” del autor Elías Ramos, que había que llevar al teatro.

Después hablé con Carlos Z, una mente inquieta y aventurera, un gran productor que he tenido la suerte de conocer. «¿Te vienes a Lanzarote una semana en marzo?» me dijo, yo estaba atravesando una situación personal muy dura, pero eso a la vida le da igual y sigue tirando hacia adelante quieras/puedas o no, asi que dije que sí, menos mal que dije sí.

«Sintigo, corazón de fuego» es una obra literaria del autor Elías Ramos, ilustrado por Yeyei Gómez, llevada al teatro por Arauca Media
Renzo Ruggiero y Bonäi Capote

En esa bella isla, de paisaje insólito conocí a Renzo Ruggiero (@renzoruggieromusic) y a Bonäi Capote (@bonaicapote) que ya estaban trabajando en la narración oral con acompañamiento musical del cuento de Sintigo, para el que Renzo había compuesto la música.

A mí me correspondía darle una nueva ilustración a la versión para teatro, y realizar los títeres.

Comencé a hacer apuntes del paisaje que era extenso y despejado como en Castilla, pero de vegetación totalmente diferente, extraña, iba apuntando sus nombres: aucaria, drago, higuera (no son como las de la península), cactus, la tabaiba, el extraño paisaje de las viñas de la Geria… lo fui dibujando. Carlos, que sabía de aves, me avisaba cuando veía alguna, me hablaba de camachuelos, alcaravanes, tagarotes, gaviotas, garzas… yo vi cuervos junto a uno de los muchos volcanes de la isla y un noche me sorprendió escuchar el misterioso ulular del búho chico. Bonäi, que llevaba años en la isla me hablaba de viejos dichos o cantares como algunas que canta Ye (la protagonista en la obra) y de palabras sagradas como «Sansufarsalomona» que usaban los antiguos al adentrarse con respeto en los lugares de poder. Así fui imaginando la escena del cuento.

Para el diseño de los personajes investigué sobre los ropajes de los antiguos habitantes de la isla, no pude visitar, sin embargo, el Museo Etnográfico Tanit, me hubiera gustado, pero estábamos en un nuevo repunte de la pandemia del Covid, y el museo estaba cerrado.

Un día anoté en mi cuaderno:

Un dragón que habite en Lanzarote debe estar hecho de las entrañas de la tierra, de roca negra y lava roja. Debe también inspirar magia con mirada sabia y serena.

Quería huir de la representación clásica de los dragones, Sintigo debía ser diferente, un ser mágico, extraordinario, extraño y con la nariz de higo chumbo, de tuno, llaman en la isla a los frutos de estos cactus.

Los títeres articulados que había hecho hasta entonces eran de piezas unidas entre sí por un punto, para Sintigo tampoco quería eso, estaba buscando un tipo de mecanismo de papel que tuviera movimiento en sí mismo, así adapté este mecanismo de origami para el cuerpo de Sintigo.

Hasta este proyecto yo había trabajado los títeres de sombras sólo para retroproyector, que como toda técnica tiene sus limitaciones, en esta ocasión quería probar algo nuevo que tenía en mente. Por eso construí una cámara multiplano. Me inspiré en las antiguas cámaras de animación tradicional que dividían la escena en planos de profundidad donde se colocaban escenarios y personajes. Este sistema me permitía probar otro tipo de materiales y técnicas de narración visual en directo.

No olvidaré el primer pase de Sintigo, en el Teatro de San Bartolomé en Lanzarote, en esa ocasión el vídeo-ilustrado acompañaba a la narración y la música, fue una prueba para ver cómo funcionaba. Los títeres en directo tuvieron su lugar en el festival de títeres de Haría “Harionetas”, el 21 de octubre en Lanzarote.

Ese día en Haría, en el escenario detrás de la estructura donde se proyectaba la obra, estaba yo con la multiplano, manejando en directo los títeres acompañando a mis compañeros Renzo y Bonäi. La magia del directo creo que sólo se entiende cuando la vives, yo al menos no sabía lo que era hasta que la viví.

Yo ya había estado en pruebas de sonido o de luces, observando atenta lo que hacían los técnicos guiados por mi amigo Alex, me encanta estar presente en esos momentos, es la base de la magia que luego vemos en el escenario. Me fascina, especialmente el diseño de la iluminación, «domar» la luz es un reto interesantísimo, es de hecho domar la percepción de la realidad.

El trabajo, las horas y horas de preparativos para una obra, aún siendo de corta/media duración, se desconocen fuera de las bambalinas y de la cabina de los técnicos.

La tensión del directo, o la atención vibrando fino, diría yo más bien, el silencio detrás del escenario antes de salir, la adrenalina acelerando el corazón que golpea nuestros cuerpos como si quisiera salirse, las miradas sin palabras entre compañeros. Observé y observé muchas cosas. Admiré el modo de estar de profesionales que llevan muchos escenarios a sus espaldas.

Toda esa visión y experiencia me ha cambiado la vida, o la ha iluminado diría yo; me ha recordado que siempre quise contar historias y que hacerlo en directo hace de cada experiencia algo totalmente irrepetible y efímero por naturaleza, y crea un clima de intimidad y de presencia que no he vivido con ninguna otra cosa.

Cuando vayan a ver una obra de teatro en directo, recuerden esto, siéntanse dichosos de estar ahí “consumiendo” la belleza efímera del momento presente tejida con trabajo por un buen número de personas delante y detrás del telón.

Sintigo ha abierto en mi mente el camino y siempre será una obra tremendamente especial, para mi. Cuando entregué los títeres a la magnífica Marta Marco Martialay (@martamartialay), sentí algo curioso, sentí que los entregaba para que ellos mismos se dieran al mundo también en el buen hacer de las manos de Marta.

Gracias a todos mis compañeros de aventura, a los que llevo grabados en el corazón por lo vivido y lo aprendido: Carlos, Marta, Alex, Bonäi, Renzo, César y Marta Marco. También a la hospitalidad de la gente de la Finca Tisalaya, y a los técnicos y organizadores del Teatro de San Bartolomé (Lanzarote), Consuegra (Toledo), Haría (Lanzarote).

Más info sobre detalles del proceso de creación de títeres y escenografías en el botón que sigue.